Un catedrático de clásicas destituido de la universidad es internado en un Centro de Reeducación Psicocultural debido a las secuelas mentales producidas por el cese. Su conocimiento y admiración por el mundo clásico, le hace asumir por momentos el personaje de Aristófanes. Así, entre la realidad y la ficción, imagina al dramaturgo griego como modelo de libertad frente a una sociedad cada vez más repleta de tabús intocables. Empieza aquí un debate para reflexionar sobre los límites de la moral y la libertad de expresión. Vivimos en una sociedad sobreprotectora, capaz de vetar contenidos sometiéndolos al juicio de aquellos que se esconden detrás de unas plataformas que les ofrecen total anonimato. Las redes sociales son las actuales hogueras de la inquisición.